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Sufrir Bien

  • Writer: Nicola Carara
    Nicola Carara
  • 1 day ago
  • 4 min read

El fin de semana pasado, pensaba que es importante que cuando ocurren cosas malas en nuestras vidas, podamos comprender quién es Dios. Si nunca tuviéramos dificultades económicas, nunca lo conoceríamos como nuestro Proveedor. Sin enfermedades, no experimentaríamos su poder sanador. Si no hubiera agitación en nuestras vidas, no clamaríamos al Príncipe de Paz. No tener pérdidas significa que no necesitaríamos un Consolador. Si no tuviéramos tormentas, no necesitaríamos un Dios que las calme ni nos guíe a través de aguas desbordantes. Si nunca fuéramos débiles, no podríamos comprender la fuerza de Dios. Si no estuviéramos en situaciones imposibles, no veríamos la grandeza de un Dios que obra milagros y hace lo imposible. Si no tuviéramos oscuridad, no necesitaríamos su luz guía. En toda la maldad podemos ver la bondad de Dios.

 

Bueno me es haber sido afligido, para que aprenda tus estatutos. Salmo 119:71

 

Este es uno de los versículos bíblicos de un video devocional que vi y que expresaba mis mismos pensamientos. Cuando estamos afligidos, muchos tendemos a buscar más a Dios en busca de respuestas y ayuda. Cuando atravesamos períodos de pruebas e incertidumbre, hallamos nuestra esperanza en Él, pues Él es seguro. Oswald Chambers expresa bien la idea de tener certeza en Dios.

 

La naturaleza de la vida espiritual es que tenemos certeza en nuestra incertidumbre. La certeza es la marca de una vida sensata; la incertidumbre llena de gracia es la marca de una vida espiritual. Tener certeza de Dios significa tener incertidumbre de lo demás, sin saber nunca qué nos deparará el día. Esto generalmente se dice con tristeza; debería decirse con una ráfaga de expectación: no estamos seguros del siguiente paso, pero tenemos certeza de Dios.

 

A veces la vida es tan difícil que no sabemos qué esperar y somos incapaces de planificar. Pero podemos estar seguros de que Dios tiene un plan. Nuestra certeza en Dios se expresa mediante nuestra fe en Él, la cual crece durante las dificultades. Las tribulaciones nos brindan la oportunidad de fortalecer nuestra fe, la cual se construye perseverando en las pruebas de la vida, lo cual también nos moldea en un carácter piadoso, lo que nos da esperanza cuando todo parece imposible.

 

Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien también obtuvimos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en nuestras tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce perseverancia; y la perseverancia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no defrauda, ​​porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:1-5

 

Podemos sentir el amor de Dios aún más cuando enfrentamos dificultades al ver cuánto se preocupa por nosotros en nuestras pruebas. Algunos de nosotros podemos cuestionar su amor durante nuestros momentos difíciles, si apartamos la mirada de Él. Pero si nuestra mirada permanece fija en Él, veremos que nos cuida con amor en las dificultades y que Él guía todos nuestros pasos.

 

El Señor establece los pasos del hombre, y Él se deleita en su camino. Cuando caiga, no será derribado, porque el Señor es quien sostiene su mano. Salmo 37:23-24

 

Dios está con nosotros para levantarnos cuando caemos. Él escucha el clamor de los justos y los libra de la angustia, y está cerca de quienes tienen el corazón quebrantado y se sienten abatidos de espíritu. (Ver Salmo 34:17-18). El Señor nos ama mucho y lo demostró a través del dolor de Jesús en la cruz. Y nosotros también debemos cargar nuestra cruz cada día para asegurarnos de entrar por la puerta que conduce a la vida, que es recta y estrecha. No es fácil, así que solo unos pocos la cruzarán.


Bienaventurados los que han sido perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando os insulten y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros falsamente por mi causa. Regocíjense y alégrense, porque vuestra recompensa en el cielo es grande; porque de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron. Mateo 5:10-12

 

Él está con nosotros en todas las persecuciones e insultos, y todo está en su plan para bendecirnos. Muchos pueden pensar que nos lastiman cuando se nos oponen, pero Dios puede usar esas heridas para acercarnos más a Él. Además, podemos considerarlo un gran gozo al pasar por diversas pruebas, porque Dios permite que todas ellas sucedan para probar nuestra fe, y cuando nuestra perseverancia crezca, seremos hechos perfectos y completos, sin que nos falte nada. (Véase Santiago 1:2-4). También tendremos buenos momentos, pero son las adversidades de nuestra vida las que nos ayudan a estar firmemente arraigados en Cristo, poniendo nuestra esperanza en Él. Charles Spurgeon escribió sobre esto y creo que es una buena manera de terminar este artículo mientras aprendemos a sufrir bien.

 

Los mejores santos de Dios deben beber el ajenjo; los más queridos de sus hijos deben llevar la cruz. Ningún cristiano ha disfrutado de prosperidad perpetua; ningún creyente puede siempre apartar su arpa de los sauces. Quizás el Señor te concedió al principio un camino llano y despejado, porque eras débil y tímido. Él templó el viento para el cordero trasquilado, pero ahora que eres más fuerte en la vida espiritual, debes entrar en la experiencia más madura y áspera de los hijos adultos de Dios. Necesitamos vientos y tempestades para ejercitar nuestra fe, para arrancar la rama podrida de la autodependencia y para arraigarnos más firmemente en Cristo.

 

El día del mal nos revela el valor de nuestra gloriosa esperanza.



 
 
 
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