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Mi temor



Cada semana me reúno con un par de amigos para orar por los misioneros con los que trabajamos y apoyamos de diferentes maneras. En nuestra última reunión, uno de los miembros de este grupo dijo algo que me resonó. Dijo que muchas personas están predicando su filosofía y agregando el nombre de Jesús a la misma. Desafortunadamente, esto está sucediendo en todo el mundo, y tengo miedo de que yo también pueda caer en esta trampa. El diablo es astuto y conoce bien la Biblia, que a menudo distorsiona para manipular a las personas y apartarlas de la voluntad de Dios. Por lo tanto, debemos ser muy cuidadosos con respecto a conocer la verdad de la Palabra de Dios por nosotros mismos.

 

Esto digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas. Pues aunque estoy ausente en cuerpo, sin embargo estoy con vosotros en espíritu, gozándome al ver vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo Jesús. De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. Colosenses 2:4-10

 

Me asusta ver cuántos predicadores populares hay por ahí con discursos persuasivos que tuercen la Palabra de Dios para adaptarla a sus propias filosofías y ponen el nombre de Jesús en sus enseñanzas, lo que está alejando a la gente de Él. Incluso me estoy dando cuenta de que el trabajo que creo que estoy haciendo para Cristo podría estar desviándome y alejándome de Su camino. Mis respuestas emocionales al trabajo que siento que se debe hacer para Él, pueden no ser lo que Él quiere que haga. No todo trabajo bueno o aparentemente piadoso es para mí. Necesito ser lo suficientemente disciplinado para sentarme y esperar Su dirección antes de hacer cualquier trabajo para Él. Los pensamientos de Oswald Chambers sobre este tema realmente me hacen pensar en todo lo que estoy haciendo por Cristo.

 

Piense en lo diferentes que somos del ejemplo de Jesús. Empezamos proyectos porque hemos tenido una experiencia religiosa vívida y hemos sentido la emoción de la inspiración, no porque estemos viviendo en obediencia a la voluntad de Dios. Preferimos tomar acciones impulsivas que ser encarcelados y disciplinados para obedecer a Cristo, porque sobrevaloramos el trabajo práctico. Mientras tanto, los discípulos que no están atrapados en el trabajo rutinario y que sí llevan todo proyecto cautivo por el Señor son criticados y se les dice que no son sinceros acerca de Dios o las almas.

La verdadera sinceridad se encuentra en obedecer a Dios, no en obedecer la inclinación a servirle; obedecer una inclinación nace de una naturaleza humana indisciplinada. Es inconcebible pero cierto que muchos cristianos están motivados a trabajar para Dios por su propia naturaleza humana, una naturaleza que nunca ha sido espiritualizada por una disciplina determinada.

 

Estoy decidido a obedecer a Cristo incluso si algunos cristianos piensan que no lo estoy haciendo de la manera que les parece correcta. La verdad es que hay un camino que al hombre le puede parecer derecho, pero su fin es camino de muerte (ver Proverbios 14:12). Nuestra naturaleza carnal siempre parece interponerse en el camino. Los que predicamos el Evangelio de cualquier manera, necesitamos disciplinar nuestro cuerpo y hacerlo esclavo como dice Pablo, para que después de haber predicado a otros, no seamos descalificados. Por lo tanto, también es importante ser diligentes para presentarnos aprobados ante Dios como trabajadores que no tenemos de qué avergonzarnos porque manejamos con precisión la palabra de verdad (ver 2 Timoteo 2:15). Y debemos llevar cautivo a cada uno haciéndolo obediente a Cristo. Todo esto no es fácil, pero sí esencial para ser un verdadero discípulo de Cristo.

 

Entonces les dijo a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la salvará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si él mismo se destruye o se pierde?» Lucas 9:23-25

 

Este es mi temor. Temo tratar de ganar el mundo tratando de atraer a la gente a Cristo a través de métodos mundanos, pero en cambio perder estas preciosas almas porque no me estoy negando a mí mismo mientras trato de tener una vida que luzca bien al mundo, lo cual puede entristecer el corazón de Dios. Sin embargo, sé que, diariamente, necesito tomar mi propia cruz y cargarla por Cristo mientras lo sigo por caminos que tal vez no entienda. Esto puede significar sufrir por Cristo y vivir una vida que parece inútil para el mundo, pero útil para Él.



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