La Oposición
- Nicola Carara
- Aug 28
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Me alegra mucho que cuando el enemigo viene como un diluvio, el EspĆritu de Dios alce bandera contra Ć©l. AsĆ, no debemos temer cuando nuestro adversario, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quiĆ©n devorar. Debemos ser sobrios y estar alerta, sabiendo que nuestra oposición viene a robar, matar y destruir. Pero JesĆŗs vino para darnos vida abundante, y por medio de Ćl somos mĆ”s que vencedores. Debemos mantenernos firmes, sabiendo la respuesta a la pregunta retórica: Ā«Si Dios estĆ” con nosotros, ĀæquiĆ©n contra nosotros?Ā». Nadie. Ā”Absolutamente nadie! Pero el enemigo de nuestra alma no quiere que pensemos eso.
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DirĆ© a Dios, mi roca: «¿Por quĆ© te has olvidado de mĆ? ĀæPor quĆ© ando de luto por la opresión del enemigo?Ā». Como si me quebraran los huesos, mis adversarios me injurian, mientras me dicen todo el dĆa: «¿Dónde estĆ” tu Dios?Ā». ĀæPor quĆ© te desesperas, alma mĆa? ĀæY por quĆ© te turbas dentro de mĆ? Espera en Dios, porque aĆŗn he de alabarlo, mi salvación y mi Dios. Salmo 42:9-11
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El salmista se encuentra sumido en una profunda desesperación, preguntÔndose por qué Dios lo ha olvidado. EstÔ afligido por todo lo que su enemigo le ha hecho. Su dolor es real y profundo. Conmueve su alma. Cuando la oposición nos ataca, también nos afecta. A veces nos sentimos abrumados por todos lados, preguntÔndonos por qué Dios nos ha olvidado. Pero no lo ha hecho, y nunca lo harÔ. Esa es una mentira que el enemigo quiere que creamos. Sin embargo, el Señor mismo nos asegura que no nos olvidarÔ.
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ĀæPuede una mujer olvidar a su niƱo de pecho y dejar de compadecerse del hijo de sus entraƱas? Aun estos podrĆ”n olvidar, pero yo no me olvidarĆ© de ti. IsaĆas 49:15
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Podemos estar seguros de que Dios nos cuida y estĆ” con nosotros, nunca nos olvida. Ćl pelea nuestras batallas por nosotros contra nuestros adversarios, y nunca pierde.
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Y dijo: Ā«Escuchen, todo JudĆ”, habitantes de JerusalĆ©n y rey āāJosafat: asĆĀ les dice el SeƱor: āNo teman ni se desanimen ante esta gran multitud, porque la batalla no es de ustedes, sino de Dios. MaƱana desciendan contra ellos. He aquĆ, subirĆ”n por la cuesta de Siz, y los encontrarĆ”n al final del valle, frente al desierto de Jeruel. No necesitan pelear en esta batalla; apĆ”rtense, estĆ©n firmes y vean la salvación del SeƱor de su parte, oh JudÔ y JerusalĆ©nā. No teman ni se desanimen; maƱana salgan a enfrentarlos, porque el SeƱor estĆ” con ustedesĀ». 2 Crónicas 20:15-17
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Ā”QuĆ© asombroso! Ni siquiera tenemos que pelear. La batalla es del SeƱor y Ćl pelea por nosotros. Tengan en cuenta que Dios no les dijo que huyeran del enemigo. Les dijo que se mantuvieran firmes y vieran su salvación, y tambiĆ©n les dijo que salieran al dĆa siguiente a enfrentar la oposición. Puede que no estemos teniendo victoria sobre la oposición porque no estamos confrontando lo que se nos opone. Necesitamos dejar de tener miedo. Dios continĆŗa diciĆ©ndonos esto a lo largo de su Palabra. El miedo nos paraliza y nos hace tener una perspectiva distorsionada. Nos hace pensar que la oposición es mĆ”s grande que nuestro Dios, lo cual nunca puede ser cierto. Necesitamos dejar de creer las mentiras del adversario. La verdad es que cuando el enemigo conspira contra nosotros, Dios no se alarma. Proverbios 26:27 nos dice que quien tiende una trampa a otros, tambiĆ©n caerĆ” en ella. Y Dios puede darnos la estrategia para escapar de la trampa del enemigo, asĆ que debemos buscarlo.
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Porque mis ojos estÔn puestos en Tú, oh Dios, el Señor; en ti me refugio; no me dejes indefenso. GuÔrdame de las fauces de la trampa que me han tendido, y de las trampas de los que hacen iniquidad. Salmo 141:8-9
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Y cuando Dios nos rescata, debemos darle toda la alabanza y toda la gloria, porque Ćl se lo merece. Ćl es un Padre que nunca nos abandona. Y podemos estar seguros de que el SeƱor es nuestro ayudador, asĆ que no tenemos por quĆ© temer. ĀæQuĆ© puede hacernos el hombre? (VĆ©ase Hebreos 13:5-6). Sin embargo, debemos asegurarnos de estar en la voluntad de Dios para que Ćl luche por nosotros contra la oposición.
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AsĆ que, en este caso, les digo: apĆ”rtense de estos hombres y dĆ©jenlos en paz, porque si este plan o acción es de los hombres, serĆ” derribado; pero si es de Dios, no podrĆ”n derribarlos; de lo contrario, podrĆan incluso verse luchando contra Dios. Hechos 5:38-39
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