¡Aquí vienen los problemas!

“Les he hablado para que en mí encuentren paz. En el mundo tendrán tribulaciones, pero tengan confianza; yo he vencido al mundo.” Juan 16:33

Jesús dirigió estas palabras a sus discípulos mientras los preparaba para su muerte y el desenlace. Poco después, Judas traicionó a Jesús y lo llevaron a rastras para ser juzgado y crucificado. Pero todo estaba en el plan del Padre. Los discípulos no lo comprendieron cuando su amado Maestro fue capturado, azotado y crucificado como un criminal. La vida tal como la conocían parecía haber terminado, sus espíritus estaban destrozados y profundamente desanimados. Pero, sin saberlo, se acercaba el Día de la Resurrección. Sin embargo, tuvieron que presenciar la humillación de su Mesías y experimentar una ejecución atroz para que Él venciera a la muerte y nos diera a todos la vida eterna. Los problemas deben venir, pero debemos comprender que nos dan la oportunidad de triunfar en Jesús.

Porque no queremos, hermanos, que ignoréis nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia. Fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, hasta el punto de perder la esperanza de vivir. Es más, tuvimos en nosotros mismos la sentencia de muerte, para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró de tan gran peligro de muerte, y nos librará, en quien hemos puesto nuestra esperanza. Y aún nos librará. 2 Corintios 1:8-10

Me encanta la franqueza con la que el apóstol Pablo habló de todo lo que vivió. No ocultaba sus problemas como muchos de nosotros lo hacemos por orgullo. No queremos que la gente sepa de nuestras luchas, así que creamos una fachada. Sin embargo, el Señor no obra con pretensiones. En cambio, quiere que seamos santificados por la verdad. Pablo habló de su desesperación sabiendo que otros creyentes también desesperarían. Sin embargo, cuando él y su equipo sufrieron la sentencia de muerte, supieron que no podían confiar en sí mismos, sino en el Dios que resucita a los muertos y sería su Libertador y Esperanza. ¡Qué gran testimonio surgió de una terrible prueba! Dios prevalecerá en nuestros problemas. Solo tenemos que dejar de actuar con nuestras propias fuerzas y de intentar embellecer nuestras vidas cuando no lo son. Necesitamos ser auténticos y dejar que Jesús se nos revele en nuestras situaciones desesperadas.

En esto os regocijáis grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos por diversas pruebas, para que la prueba de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual es perecedero, aunque probado por fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando Jesucristo sea manifestado. 1 Pedro 1:6-7

Si Jesús, a quien seguimos, sufrió, nosotros también sufriremos. Es inevitable. Sin embargo, debemos decidir si mantendremos nuestra fe y confiaremos en que Dios nos guiará, o si nos quejaremos y refunfuñaremos mientras buscamos consuelo en otros dioses menores, ya sean las personas, la comida, las redes sociales, el trabajo o unas compras. Tenemos un Dios en Jesús que sufrió y pasó por tentaciones y pruebas como nosotros. Pero ¿puede confiarnos las dificultades? ¿Seguiremos amándolo cuando los problemas se acumulen y sintamos que las tormentas de la vida nos azotan por todos lados? Cuando seamos humillados, ¿verán a Jesús glorificado en nosotros?

¿Estoy dispuesto a que me consideren cobarde por amor a mi Señor? La enseñanza del Sermón del Monte no es "Cumple con tu deber". Es "Haz lo que no es tu deber". No es mi deber ir más allá ni poner la otra mejilla. Sin embargo, Jesús dice que si soy su discípulo, siempre haré estas cosas. Cuando me insultan, no solo no debo resentirme, sino que debo aprovecharlo para mostrar el carácter del Hijo de Dios. No puedo imitar el carácter de Jesús; o lo llevo dentro o no. Si lo llevo dentro, cada insulto personal se convertirá en una ocasión para revelar su increíble dulzura.

Oswald Chambers escribió lo anterior en "En Pos de lo Supremo". Es muy difícil ser insultado y no contraatacar. Pero cuando esto sucede, ¿pueden quienes nos rodean ver la vida de Jesús reflejada en nuestras acciones? ¿Acaso nuestro descontento revela la dulzura de Cristo? Esta vida no se trata de nuestra comodidad, sino de glorificar a Dios. En lugar de preocuparnos tanto por nuestra reputación, deberíamos pensar en cómo representamos a Cristo, sin importar cómo nos vean los demás. Nuestra obediencia radical al Señor puede traernos problemas e insultos, pero todo es por amor a Él. Sí, es cierto que muchas son las aflicciones de los justos, pero la buena noticia es que Dios nos librará de todas ellas. Aunque no suceda cuando quisiéramos ni como quisiéramos, podemos confiar en que Dios está con nosotros. Y cuando lleguen los problemas, podemos triunfar en Él. No olvidemos lo que dijo Jesús:

La paz les dejo, mi paz les doy; yo no se la doy como el mundo la da. No se angustien ni tengan miedo. Juan 14:27