¡Serás responsable!
- Nicola Carara
- 9. Okt. 2024
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Estaba hablando con uno de mis amigos sobre lo duro que es Ezequiel 3. No estoy seguro de por qué a tanta gente hoy en día le gusta llamarse profetas, porque ser un verdadero profeta en los días del Antiguo Testamento no era divertido. Estos profetas pasaron por tantas dificultades, como caminar desnudos durante tres años, tener que casarse con una prostituta, ser perseguidos para ser asesinados por una reina diabólica, ser arrojados a un pozo, golpeados, hambrientos y aislados. No es de extrañar que Jeremías se lamentara tanto, pero no se trataba solo de su terrible situación, sino también de la rebelión de su pueblo contra el Señor. Estas personas rebeldes hicieron que los profetas justos experimentaran estas situaciones horribles cuando Dios los llamó a profetizar Sus advertencias y juicios. El pueblo prefirió escuchar a los profetas engañosos que los complacieron con mentiras.
Ni siquiera puedo imaginar que un Señor amoroso les diga a los profetas justos que hagan cosas tan impensables para obedecerlo. El Señor le dijo a Ezequiel que debía cocinar su pan sobre estiércol humano seco y ardiendo como una señal profética, pero después de que Ezequiel le dijera que nunca había comido nada inmundo como debía hacerlo un buen judío en aquellos días, entonces el Señor le respondió que ya no tenía que usar estiércol humano seco, sino que podía usar estiércol seco de vaca para cocinar su comida. Esto todavía me resulta desagradable. Una y otra vez, Dios llamó a sus profetas a realizar algunos de los actos más inimaginables. Ser profeta no se trataba de ser famoso y altamente honrado, sino de ser objeto de burlas, amenazas, rechazo y, a veces, de sufrir tortura física. Y si no hacían lo que se les decía que hicieran y decían lo que se les decía que dijeran, entonces serían responsables de las terribles consecuencias que enfrentaran las personas por pecar. ¿Recuerdan a Jonás? Él trató de huir del Dios omnisciente siempre presente, ya que no quería ir y llevar la advertencia de Dios a la gente de Nínive, ya que pensaba que eran demasiado malvados, y así terminó en el vientre de un pez que lo vomitó en el mismo lugar al que no quería ir. Cuando Dios nos dice que vayamos y llevemos Su mensaje, entonces es aconsejable hacerlo.
Y aconteció al cabo de siete días que vino a mí la palabra del Señor, diciendo: Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; escucha, pues, palabra de mi boca, y avísales de mi parte: Si yo dijere al impío: De cierto morirás, y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú avisas al impío, y él no se aparta de su impiedad ni de su mal camino, él morirá por su maldad; Pero tú has librado tu alma. “Además, cuando el justo se apartare de su justicia e hiciere iniquidad, y yo pusiera yo tropiezo delante de él, él morirá por no haberle amonestado; él morirá por su pecado, y no se acordará de sus acciones justas que hizo; pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al justo para que no peque, y él no pecare, de cierto vivirá, porque recibió la advertencia; y tú habrás librado tu alma.” Ezequiel 3:16-21
Los profetas no son los únicos a quienes se les dijo que fueran y predicaran la palabra de Dios. En Mateo 28, Jesús les dijo a sus once discípulos que fueran e hicieran discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todas las cosas que Él les había mandado. Esto es lo que todos estamos llamados a hacer como seguidores de Cristo. Y seguir a Cristo no es fácil, pero el Espíritu Santo nos da poder. Muchos de los profetas no quisieron hacer lo que Dios los llamó a hacer. Moisés le contó al Señor acerca de sus problemas de habla, no queriendo ir a Faraón. También le preguntó a Dios quién era él para que él fuera. Puso excusas diciendo que no sabía qué decirles y que el pueblo no le creería, así que le sugirió al Señor que dejara ir a alguien más. Dios se enojó y Moisés se vio obligado a ir. ¿Qué excusas se te ocurren para no ir y anunciar la Palabra de Dios?
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Pero no todos obedecieron al evangelio. Pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios. Romanos 10:14-16
No todos obedecerán el Evangelio, pero aun así, cada uno de nosotros debe ir y hablarle a todas las personas que pueda, en todos los lugares donde pueda, acerca de Jesús. Y Dios estará con nosotros y nos capacitará. Si no vamos y hablamos acerca de Jesús, entonces el Señor nos pedirá cuentas por la muerte eterna de la gente.