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¿De quién es la voluntad?

  • Writer: Nicola Carara
    Nicola Carara
  • Mar 12
  • 5 min read

Si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres (véase Juan 8:36). No creo que algunos cristianos reconozcamos nuestra libertad en Cristo. Algunos, de hecho, nos esclavizamos al caer en las ataduras del legalismo, siguiendo enseñanzas humanas que no estÔn en la Biblia y, por lo tanto, no son la verdad. No debemos olvidar que la verdad nos hace libres y que Jesús mismo es la verdad y la Palabra. Me encanta cómo Gotquestions.org explica que Jesús es la Palabra.

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Al comenzar su evangelio diciendo: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios», Juan presenta a Jesús con una palabra o un término con el que tanto sus lectores judíos como gentiles estarían familiarizados. La palabra griega traducida como «Verbo» en este pasaje es Logos, y era común tanto en la filosofía griega como en el pensamiento judío de aquella época. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, la palabra de Dios se personifica a menudo como instrumento para la ejecución de la voluntad divina (Salmo 33:6; 107:20; 119:89; 147:15-18).

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La Palabra ejecuta la voluntad de Dios, y eso es exactamente lo que hizo JesĆŗs. Ɖl tenĆ­a claro que no hacĆ­a su voluntad, sino la de Dios, y por lo tanto, nunca buscó su gloria, sino que su vida era glorificar al Padre.

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Jesús les respondió y dijo: «Mi enseñanza no es mía, sino de aquel que me envió. Si alguno quiere hacer su voluntad, conocerÔ si la enseñanza es de Dios o si hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que lo envió, ese es verdadero, y no hay injusticia en él». Juan 7:16-18

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Antes de que Jesús dijera esto, sus hermanos ya habían querido que fuera a Judea para exhibir sus obras, pues creían que no debía hacer nada en secreto, sino buscar ser conocido. Sus propios hermanos no entendían quién era y que no buscaba su gloria, sino que todo lo que hacía era glorificar a su Padre celestial. Jesús anduvo en la voluntad de su Padre y en el tiempo señalado por él.

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Miro mi corazón y veo lo opuesto que soy a JesĆŗs, porque mi inclinación es querer ser conocido y honrado. Esto proviene del orgullo en mi corazón, que Dios aborrece. Y porque me ama, ha estado trabajando para matar el orgullo en mĆ­, lo cual me resulta difĆ­cil. Dios disciplina a quienes ama, y ​​aunque no nos guste su tipo de disciplina, es necesaria. Ɖl nos disciplina para moldearnos a su imagen y transformar nuestra mente y corazón para que conozcamos su voluntad y estemos listos para hacerla. Pero esto no es fĆ”cil. Incluso MoisĆ©s, el amigo de Dios, se apartó de su voluntad.

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ā€œToma la vara; tĆŗ y tu hermano Aarón reĆŗnen a la congregación y hablad a la roca ante sus ojos, para que dĆ© su agua. AsĆ­ les sacarĆ”s agua de la roca, y darĆ”s de beber a la congregación y a sus animalesā€. Entonces MoisĆ©s tomó la vara de delante del SeƱor, tal como Ɖl le habĆ­a ordenado; y MoisĆ©s y Aarón reunieron a la asamblea ante la roca. Y Ć©l les dijo: ā€œEscuchen ahora, rebeldes: Āæles sacaremos agua de esta roca?ā€. Entonces MoisĆ©s alzó su mano y golpeó la roca dos veces con su vara; y brotó agua en abundancia, y bebieron la congregación y sus animales. Pero el SeƱor dijo a MoisĆ©s y a Aarón: ā€œPorque no han creĆ­do en mĆ­, para santificarme ante los hijos de Israel, por tanto, no traerĆ”n a esta congregación a la tierra que les he dadoā€. NĆŗmeros 20:8-12

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Aunque Dios le habĆ­a dicho a MoisĆ©s que golpeara la roca con su vara para que brotara agua al principio del viaje de los israelitas hacia la Tierra Prometida, esa no fue la instrucción que recibió esta vez. MoisĆ©s tenĆ­a la vara, pero debĆ­a hablarle a la roca. Sin embargo, MoisĆ©s, dominado por sus emociones, golpeó la roca dos veces. Si bien el agua brotó, MoisĆ©s desobedeció a Dios y Dios se enojó. Por esta razón, MoisĆ©s nunca entró en la Tierra Prometida, a pesar de haber guiado a los israelitas durante 40 aƱos por el desierto para llegar allĆ­. Esto nos lleva a otra forma de esclavizarnos: haciendo las cosas a nuestra manera. Dios nos da libre albedrĆ­o porque quiere que nuestra obediencia provenga de amor a Ɖl. Sin embargo, cuando nuestra voluntad no estĆ” alineada con la de Dios, tendremos problemas. Y no podemos dejar que nuestras emociones nos guĆ­en como lo hizo MoisĆ©s, porque podrĆ­amos ir en contra de la Palabra de Dios. Si queremos seguir a JesĆŗs y hacer lo que Ɖl hizo, obedeciendo explĆ­citamente la voluntad del Padre, entonces tendremos que negarnos a nosotros mismos.

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Y les decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.» Lucas 9:23

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Seguir a JesĆŗs no significa estar en la iglesia cada vez que abre sus puertas y hacer todo lo que creemos que son actos de servicio justos. La verdadera santidad es obedecer a Dios con un corazón dispuesto y transformado, lo cual no necesariamente se asemeja a conformarse a las reglas de la iglesia, ya que podrĆ­amos estar siguiendo doctrinas humanas, pero no a JesĆŗs. No olvidemos que Ɖl era enemigo de los fariseos, la Ć©lite religiosa santurrona, con sus reglas que engatusaban a la gente. Creo que es importante ir ante Dios y dejar que Ɖl nos muestre la verdad sobre la voluntad de quiĆ©n estamos siguiendo. ĀæEs nuestra voluntad, la del hombre o la suya?

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ĀæY cómo sabemos que estamos en la voluntad de Dios? Bueno, es muy sencillo. Si hacemos lo que hizo JesĆŗs, entonces estaremos en la voluntad de Dios, ya que Ɖl solo hizo lo que el Padre querĆ­a, y su alimento era hacer la voluntad de Aquel que lo envió y terminar su obra. Ɖl trajo la Buena Nueva a los pobres, proclamó que los cautivos serĆ­an liberados, que los ciegos verĆ­an y que los oprimidos serĆ­an liberados. Cuando damos de comer al hambriento, de beber al sediento, invitamos a los extraƱos a nuestras vidas, damos ropa a los necesitados y visitamos a los prisioneros con un corazón recto, estamos haciendo la voluntad de Dios. Dios no busca el egocentrismo haciendo buenas obras y poniendo el nombre de JesĆŗs en ellas. Ɖl quiere que cuidemos de los mĆ”s vulnerables: los pobres, las viudas, los huĆ©rfanos y los extranjeros porque lo amamos y, por lo tanto, le obedecemos. Al hacer esto, agradaremos al Padre como lo hizo JesĆŗs, incluso cuando, para su propia incomodidad, a veces no tenĆ­a dónde reclinar la cabeza y fue guiado por el EspĆ­ritu Santo a un desierto sin comida ni bebida durante cuarenta dĆ­as, mientras vencĆ­a las tentaciones del diablo. Seguir a JesĆŗs no es fĆ”cil. Puede ser bastante incómodo e incluso peligroso, pero es la voluntad del Padre.



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